Las medidas de ahorro en materia de Sanidad pueden repercutir sobre la salud de los pacientes, y un ejemplo de ello es lo que ya ha empezado a ocurrir en Cataluña desde la implantación del euro por receta.
El euro por receta se argumenta en ser una medida de concienciación para que no haya despilfarro en el gasto farmacéutico y se grava con euro cada medicamento recetado.
Según los datos de las farmacias catalanas en septiembre, cuatro meses después de implantarse la tasa, las farmacias catalanas dispensaron medicamentos por valor de 100 millones de euros, si tenemos en cuenta que la media del gasto en los meses de verano del año pasado era de 140 millones de euros, hay quien puede entender que esta medida puede estar cumpliendo con su objetivo de contener el gasto, aunque lo cierto es que muchos pacientes que necesitan los fármacos están empezando a prescindir de ellos por necesidades económicas.
Los farmacéuticos aseguran que cada vez son más las personas que acuden a sus establecimientos con la receta electrónica “repleta de fármacos prescritos por su médico” y salen con muchos menos en los bolsillos. La razón es económica: “son personas que tienen una pensión muy baja, a las que, además, se les han reducido las ayudas y no pueden asumir el euro de penalización por cada medicamentos, aunque sea una cantidad baja”.