La palabra antibiótico procede del griego: anti (contra) y bios (vida). Un antibiótico es cualquier compuesto químico que se utiliza para eliminar o inhibir el crecimiento de organismos infecciosos. El más conocido es la penicilina, descubierta por Alexander Fleming, bacteriólogo y premio Nobel británico.
Diferentes campañas de asociaciones sanitarias o Consejerías de Salud nos alertan del peligro de utilizar este tipo de medicamentos de manera errónea. Si no usan de forma apropiada, pueden hacer más mal que bien.
Los antibióticos solamente funcionan contra infecciones que han sido causadas por bacterias, hongos y ciertos parásitos. Pero no funcionan contra las infecciones causadas por virus, por lo que no sirven para cualquier cosa que nos ocurra.
Además, es recomendable no utilizarlos con asiduidad, ya que las bacterias se pueden volver resistentes a antibióticos específicos, minimizando su influencia.
¿Cuándo no se deben utilizar antibióticos?
- Resfriados o gripe, que son causadas por virus y no pueden ser curadas con estos medicamentos.
- Bronquitis / Tos. Generalmente son causadas por virus. Si el problema dura mucho tiempo, consultaremos al médico, ya que en ese caso podría ser una bacteria.
- Dolor de garganta. La mayoría de los dolores de garganta también son causados por un virus. Con la excepción de la faringitis por estreptococo, que es causada por una bacteria. Nuestro médico nos dirá si el dolor está causado por una bacteria o por un virus, y nos recetará la medicación adecuada.
En el caso de las infecciones de oído o en los senos nasales, depende. Existen varios tipos de infecciones y los antibióticos se utilizan para curar algunas, pero no todas. Lo mejor es que acudamos a un profesional sanitario, que nos indicará la medicación que necesitamos en nuestro caso particular.